Un diplodocus de nombre «Manín»

Vecinos de Colunga y de Lastres se decantan por este apodo para el gigantesco dinosaurio que quedó instalado el lunes junto al Muja

(noticia publicada en La Nueva España, jueves 1 de febrero de 2007)

Colunga, Daniel BÁRBARA

«Manín» gana. Es el nombre elegido por los vecinos de Colunga y de Lastres consultados por LA NUEVA ESPAÑA para el gigantesco diplodocus de tres toneladas de peso, veintisiete metros de ancho y casi cinco metros de altura que, desde el pasado lunes, se ha convertido en la estrella del Museo Jurásico de Asturias (Muja). «Manín» es un apelativo genérico y coloquial utilizado en la zona de Lastres, Caravia y Villaviciosa para dirigirse a las personas: algo parecido al «tío» de los pasotas o al «man» que utilizan los jóvenes norteamericanos. «Manín» fue elegido por cuatro de los doce encuestados. Pero hay más propuestas: «Diplo» -citado por dos personas-, «Asturcón», «Grandón», «Guíndola», «Gasoldocus», «Telmo» y «Pulpodocus».








Jesús Menéndez. FOTO: josé pandal



Marcial Ardisana Ribero, camarero de la cafetería La Esquina de Colunga, de 31 años de edad, apostó por el apodo de «Asturcón» porque es «la gran referencia del concejo». Ve las réplicas que se instalan en el entorno del Muja «muy acordes» con la zona, aunque opina que «no influirán demasiado en la gente» que visite el lugar. Considera que la sede museística supuso de entrada un «boom» para los negocios del municipio, pero, con el tiempo, el movimiento de turistas se ha estabilizado.

María del Carmen Ardura Sánchez, que regenta el bazar La Casina de Lastres, se decantó por «Manín» porque es «una palabra muy utilizada en Lastres». Ardura, de 31 años, indicó que el museo colungués «hay que ir a verlo con tranquilidad». Su hijo Adrián Menéndez, de 10 años, es, según su progenitora, un apasionado del mundo de los dinosaurios, por lo que cree que las réplicas de los reptiles «serán muy llamativas para los menores». La llastrina tiene muy claro que el Muja ha generado «mayor movimiento» de turistas en la zona.

Elvira Iglesias Martín, natural de Coceña, también eligió «Manín», ya que los de Lastres «lo utilizaron toda la vida». Iglesias, de 65 años, se mostró de acuerdo con todas las iniciativas que se hagan en el Muja porque «animarán a los turistas a visitar la zona». Y es que, en cuanto llega la primavera, el número de autobuses que visita el municipio se dispara. «Una vez, mientras me tomaba un café con una amiga, llegamos a contar hasta catorce autobuses», indicó.

Estas palabras fueron ratificadas por su amiga América Llera Díaz, de 75 años, natural de la población colunguesa de San Juan. «Cuando llega el buen tiempo, la gente corre para el Jurásico que se mata», manifestó. Llera se mostraba de acuerdo con el apelativo que los vecinos de Lastres usan para dirigirse a las personas, «Manín». Y trasladaba que el Muja va «muy enfocado» a los turistas, si bien reclamaba a las autoridades que «no se olviden de los niños».

María José Pertierra Montoto, camarera en la cafetería El Chico y vecina de Lastres, apostó por «Manín» porque es «el nombre más típico de la zona». La joven, de 24 años, aseguró que las réplicas les gustan mucho a los niños. De hecho, su hijo Aitor ha visitado en repetidas ocasiones el museo. El menor desea volver al Muja porque «le ha gustado mucho y seguro que las réplicas de los reptiles le impactarán mucho más». Sobre la repercusión que tiene la sede museística en el concejo, aseguró que durante el invierno «se mueve mucho los miércoles porque es gratis», mientras que por el verano la afluencia de personas al municipio es «muy buena».

Rafael Barqueháis García, natural de Cartagena (Murcia) pero residente en Lastres desde el pasado verano, se decantó por el apodo de «Guíndola», nombre que reciben los aparejos marineros utilizados para restaurar los barcos. Este jubilado, de 66 años, eligió este nombre porque le parece que el diplodocus «es hembra». Afirma que las primeras réplicas que se instalaron, las de chapa metálica, «no dicen grandes cosas», pero las demás «son geniales». Y cuenta que, cuando visita la zona junto a su perro, éste se acerca sigilosamente a las copias de los dinosaurios, las mira y, de repente, «pega un salto y sale corriendo».

Carmen Álvarez Pérez, vecina de Caravia y propietaria de la librería Álvarez en Colunga, se inclinó por el mote de «Diplo», ya que «hay que ponerle un nombre relacionado con el mundo de los dinosaurios». La librera, que estuvo presente en la colocación del diplodocus, realizada hace dos días, aseguró que las copias «son preciosas, me encantan». Manifestó que el Muja tiene «mucha repercusión en el concejo».

Humberto Martínez, propietario del café Lastres, se fijó en la altura de la réplica y la comparó con la de Pau Gasol. Así que este hombre de 46 años apostó por «Gasoldocus». El profesional de la hostelería indicó que el Muja es «muy técnico, por lo que todo lo que aporten en el entorno dinamizará mucho el museo». Se mostró favorable a las réplicas porque significan «un atractivo más». En contra de lo que muchos de sus convecinos opinan, Martínez cree que la autovía del Cantábrico es «lo que verdaderamente mueve el concejo», aunque el Muja ayuda.

Paulino Suárez, residente en La Riera (Colunga), se decantó por «Diplo» por su relación con la era jurásica. Las réplicas le han impactado de tal manera que ya ha visitado la zona para hacerles fotografías. Afirma que el concejo tiene «muchas deficiencias» por lo que la gente viene al Muja y después «se va».


El patrón mayor de la Cofradía de Lastres, Jesús Menéndez, denominó al reptil «Telmo», en referencia a la rasa de San Telmo, donde se ubican la réplica y el Muja. «Las réplicas están muy logradas, tal como parecen en la realidad. «El impacto será mayor para los niños», añadió. El Muja ha repercutido económicamente en el concejo, «pero no tanto como se preveía». Cree que la sede debería tener «más actividades, mayor compromiso con el concejo, mayor participación y no sólo una presencia testimonial, como sucede ahora. Lo primero que deben hacer es comprometer más a los vecinos del concejo, que la gente lo sienta como algo propio», matizó.

La colunguesa Ángeles Sánchez llamó al gigantesco diplodocus «Grandón» porque es la más grande de todas las réplicas. Aseguró que los lugareños se sienten «muy orgullosos del Muja, pero muchos no lo demuestran».

El llastrín Javier Pardo, de 59 años, que regenta la confitería Cristina, se decantó por «Pulpodocus» ya que se le parece a un pulpo. El confitero, que ha elaborado unas pastas secas con forma de dinosaurios y un molde que se asemeja a una huella, concretó que la afluencia de visitantes al Muja se ha normalizado tras «unos años muy buenos».

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